jueves, 8 de mayo de 2014

Hacer la rosca

Hay roscas, roscones y rosquillas.
Y el roscón de Reyes, al que llaman “Rosca” en América.
Aquí, en Salamanca, llamamos “rosca” al bollo maimón, que ya aparece en los recetarios del siglo XVI, y hasta hay un baile, el baile de la rosca, que gira en torno a él en las bodas tradicionales charras, más allá de la rosca o ronda musical que se realiza en algunos pueblos como Piornal. También en algunos pueblos las madrinas las ofrecen y se subastan para recaudar y ayudar a la parroquia.
La despensa rosquillera de Castilla y León está bien surtida: tenemos los roscones de san Lesmes, las rosquillas de San Antolín, las de Ledesma, los roscos de yema, las rosquillas de palo o de baño, las rosquillas de almendras, las rosquillas en aceite, las rosquillas de bocao… muchas de ellas vinculadas a tradiciones, desde fiestas a romerías, y ahora es tiempo de romerías, coincidiendo con la Pascua. Y la Pascua es tiempo de hornazo, que se describen como rosca de masa con huevos.
La rosca es circular, y el círculo representa lo eterno, lo que no tiene ni principio, ni fin. Y los huevos son también símbolo de la resurrección.
Quizás ello explique su amplia presencia en este tiempo pascual y su vínculo a las fiestas en general: ahí están las roscas de San Antón en Manganeses de la Lampreana, acompañadas de rimas que se llaman refranes:
¿De dónde viene hacer la rosca?
Pues de los pavos: no me hagas la rosca, como los pavos, que es el dicho completo, y se refiere al despliegue y repliegue de sus plumas.
Con rosca hizo la rosca Lope a cierta dama al escribir:
“ las musas hacen con la envidia espantos,
Que no hay picos de rosca en todos los santos,
Como tus dedos blancos y bruñidos”.

Y si ese “hacer la rosca” es un dicho recurrente, no lo es menos el de esto se vende “como rosquillas”.

Hay roscas tontas y listas, vinculadas a San Isidro; las tontas son simples, sin adorno, las listas van bañadas en azúcar.
Hay roscas de alfajor, que hacía de maravilla La Lozana Andaluza.
Hay roscas con mucha literatura, como las de Utrera, bendecidas por Cervantes y Góngora, nada menos.
Rosquillas de anís, en versos de Jorge Arbenz:
Tomillo, romero, curas, bicicletas/
los días indolentes hierbabuena/
las rosquillas de anís en la alacena…
Hay rosquillas infantiles, en canciones de niños como el famoso “cucú”
Cu-cú, yo quiero rosquillas
Cu-cú, comida de pillas.
Cu-cú, yo quiero galletas
Cu-cú, valen dos pesetas.
.
Y luego está la rosca que yo conozco, al modo del poeta Germán Fleitas:
         “la rosca que yo conozco
         Es la rosca de pan de horno
         La que se hace y se cocina
         Cuando está caliente el horno”.

Pero hay roscas y rosquillas fritas y horneadas, hasta crear todo un mundo, como el que late en el libro de Eva Campos “Alicia en el país de las rosquillas”. 
A las fritas, en Olmedo, las llaman “cagadillas de gato”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario