lunes, 19 de mayo de 2014

Cerveza: en los orígenes de la escritura

La fórmula de la cerveza, la receta más antigua del mundo, se talla en una estela de arcilla, nos recuerda Frank Kelly Rich en su libro “El borracho moderno”. De este modo, la cerveza, está presente en los orígenes de la escritura, como lo está en la serie “Los Simpson”, en todo partido de rugby que se precie o en numerosas películas, incluida la última de James Bond, algo impensable hasta ese momento.
En la historia del mundo en seis tragos”, su autor, Tom Standage, asegura que “no se conoce exactamente cuándo se elaboró la primera cerveza, pero no antes del 10000 AC, aunque estaba extendida en Oriente Próximo hacia el 4000 AC”. Para entonces, la cerveza tenía diosa, Ninkasi y no pocos egipcios estaban a punto de convertirla en su bebida oficial, hasta el punto de que en el 2200 AC alguien dejó escrito “la boca de un hombre perfectamente satisfecho está llena de cerveza”.
Ese hombre podía ser nuestro Carlos V, gran introductor de la cerveza en España y quizá por ello que fuese una bebida denostada. 
España, dice Néstor Luján en su libro “El ritual del aperitivo”: “no tenía tradición cervecera o si la tenía, la tenía más bien deleznable y muy denostada”.
Y hay testimonio de ello. Lope de Vega en su “Pobreza no es vileza” pone en boca de un personaje: 
                          “Voy a probar la cerveza/ a falta de español vino; aunque con mejores                           ganas/ tomara una purga yo/ pues pienso la orinó/ algún rocín con                                 tercianas”.

Quizá tenga razón Luján cuando asegura que el siglo XX representa el siglo de la cerveza en España, cuando en otros lugares del mundo llevaba siglos. Incluso tenía sus mitos, como Gambrinus, que engañó al diablo ganándole la apuesta al conseguir hacer un vino sin uvas.
La cerveza está en Shakepeare o Baudelaire, también en Ernesto Cardenal, que comienza uno de sus poemas: 
                     “como latas de cerveza vacías y colillas/ de cigarros apagados, han sido                       mis días”. 

Naturalmente Charles Bukowsky la bebió, escribió de ella y le dedicó el poema “Cerveza”: 
                     “No sé cuántas botellas de cerveza/ consumí mientras esperaba/ que las                          cosas mejoraran./ No sé cuánto vino, whisky/ y cerveza/principalmente                       cerveza/ consumí después/ de haber roto con una mujer/ esperando que el                   teléfono sonara….La radio pasa canciones de amor/ mientras el teléfono                                permanece en silencio/ y las paredes se ciernen/ y cerveza es todo lo                      que hay”.

La cerveza está en el “Ulises” de James Joyce, con aquella cervecera de cerveza negra en la que hasta las ratas bebían: “beben hasta que se les hincha la barriga tanto como a un collie flotando. Borrachas como cubas de cerveza negra”. También en la etílica “Secretos de alcoba de los grandes chefs”, de Irvine Welsh y naturalmente en la novela negra “Más cerveza”, de Jacok Arjouni, creador del detective Kemal Kayankaya. Más cerveza reclamaba John Belushi en “Desmadre a la americana”.

A la cerveza la ha citado Joaquín Sabina en “Donde habita el olvido” o “Peor para el sol”. Y el legendario Frank Zappa llegó a decir que “no se puede tener un país de verdad sin una cerveza propia y una aerolínea”.  

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