martes, 20 de marzo de 2012

Crimen entre copas...de vino


Acaba de llegar a las librerías La sangre de Montalcino, de Giovanni Negri, con etiqueta de novela de género negro y enológico, pues un enólogo, Roberto Cándido, es la víctima. Los investigadores, el comisario Cosulich y el inspector Mastrantoni, han de dar con el asesino entre los viñedos de Montalcino. No es la primera vez que alguien muere (literariamente) entre viñedos. De hecho Muerte entre los viñedos es el título de una novela de Jean Pierre Alaux y Nöel Balen (Maeba 2004) protagonizada por un enólogo-detective, Benjamín Cooker, y su ayudante, Virgile Lanssien, que dio paso a una segunda entrega, La misteriosa botella de Petrus (2007), que debió cerrar la esperada saga porque nunca más tuve noticias de Cooker y Lanssien. Carvalho, el formidable detective de Vázquez Montalbán, solía dar rienda suelta al vino mientras despejaba los casos, como hace hoy en día el entrañable comisario Brunetti, creado por Donna Leon, igual que no suele faltar el vino en las siniestras novelas de Juan Bas, desde La taberna de los 3 monos y Alacranes en su tinta, a la reciente Ostras para Dimitri (BSA 2012)Y cuando no es vino es cava, como en El silencio de las viñas, de Gisela Pou, (Planeta 2011) donde también hay muertos, detectives, engaños, pasiones, frustraciones... tipo serie de televisión Gran Reserva. Aquí Pou revela un conocimiento del cava y su mundo que roza la erudición. Con alguna frecuencia el arma del crimen era el veneno echado en el vino, de ahí la necesidad de un catavenenos, como el retratado por Peter Elbing en El catavenenos (Planeta 2002), ambientado en aquel Renacimiento peligroso magistralmente retratado en sus intrigas y gastronomía por Orazio Bagnasco en El banquete (Plaza&Janés 1999). Finalmente, La bodega, de Noah Gordon (Roca Editorial 2007) también tiene su punto de intriga entre viñedos y bodegas, sin llegar al género negro de forma contundente. En fin, todo parece indicar, que encontrar muertos misteriosamente entre tinas, parras y bodegas está de moda, como demuestra este nuevo título encontrado entre los estantes de gastronomía y novela negra, que invita a ser disfrutado entre copas de vino.


lunes, 5 de marzo de 2012

En el aniversario de Teodoro Bardají


Para no olvidar a los nuestros. A los maestros que supieron conjugar talento con el fuego o con la pluma y a veces con ambas cosas a la vez. Hoy, seis de marzo, pero de 1958 fallecía en Madrid Teodoro Bardají, del que dijo Dionisio Pérez "post Thebusse que fue "uno de los mejores cocineros que tiene España", algo que muchas décadas después recalcó, también, Ferrán Adriá. Lo fue, sin duda. Había nacido en Huesca en 1882. Trabajó en "La Mallorquina" de la Puerta del Sol antes de irse a las cocinas de varios balnearios, trabajar para la condesa de Castañeda y el Duque de Infantado, participar en la cena inaugural del primer Parador Nacional (Gredos) y pasar penurias y penas durante la Guerra Civil. Después de trabajar en el Hotel Oriente terminó en su casa, que era la cocina del Duque de Infantado.
De sus obras hay una que podría señalar de referencia: el "Índice Culinario". Imprescindible en cualquier gastroteca que se precie de tal. Subtitulado como Colección de las mejores recetas de cocina antiguas y modernas, según los más prestigiosos jefes mundiales, seleccionadas y agrupadas en series de cincuenta, lleva fecha de 1915. Su historia es sencilla: fue un encargo del Consejo de la revista Unión del Arte Culinario, más adelante Unión del Arte Culinario Español. Un encargo con fines didácticos o divulgativos. La primera edición salió repleta de erratas, pero la re edición de 1993 de La Val de Onsera le pone remedio, aunque perdiese el sabor del viejo papel, con sus ilustraciones y su imprenta. Pero el contenido ahí está.
Es justo recordar este trabajo del gran Bardají, amigo, por cierto, de Ignacio Domenech, citado aquí con alguna frecuencia, y del que acaba de reeditarse su "Cocina de recursos", como lo es un opúsculo sobre la españolidad de la mahonesa o mayonesa que cité en el texto sobre la historia de la ensaladilla rusa. O como lo fueron las recetas de la revista Ella reunidas en un tomo exquisito bajo el título de "La cocina de ellas". Otra joya, aunque póstuma, es la edición en 1976 del recetario "Arte culinario práctico".
Por cierto, si quieres aproximarte más al personaje, has de leer obligatoriamente el libro de Eduardo Martín Mas "Teodoro Bardají Mas, el precursor de la cocina moderna en España".
Fue un maestro en la cocina, pero también en el escritorio. Disfrutemos de su obra honrando así su memoria.