domingo, 15 de abril de 2012

El hornazo, con letra entra

La primera cita literaria con el hornazo la encontramos en el Tesoro de la Lengua Castellana o Española, de Sebastián de Covarrubias, que describe al hornazo como "la rosca con huevos que se solía dar por Pascua de Flores". Así lo cita en la edición de 1611, aunque para entonces el hornazo llevaba algunos años en nuestra lengua, en concreto desde 1490, según el Diccionario Etimológico de Corominas. Hoy, el DRAE, describe al hornazo como "rosca o torta guarnecida de huevos que se cuecen juntamente con ella en el horno" o también como "agasajo que en algunos lugares hacían los vecinos al predicador que habían tenido en la Cuaresma el Día de Pascua", lo cual queda acreditado en varios lugares de la provincia. En la historia que escribe de La Alberca el P.Hoyos asegura que había predicador de Semana Santa a cargo del municipio. El hornazo, que los salmantinos, creemos propio, lo compartimos con otras muchas localidades españolas, aunque el de ahora no tenga mucho que ver con el de antaño, y en muchos casos los hornazos actuales no se parezcan. Cuando leemos que el hornazo de entonces era una masa de pan y unos huevos cocidos en el horno, nos trae enseguida la imagen de la mona de Pascua, el obsequio de los padrinos o madrinas a sus ahijados, que también se daba en La Alberca en forma de hornazo el Lunes de Pascua o Día del Pendón.
Que el hornazo es de aquí y de allá lo demuestra el hecho de que el Cancionero Popular de Madrid en el que ya se cita el hornazo en los siglos XVI y XVII, cuando ya se proclamaba el dicho "Pascua de flores, tiempo de hornazos". En Salamanca, el INICE publicó hace años un trabajo de investigación del añorado Ángel Carril en el que se recogía, entre otras coplas, este adagio: "año derechero, las castañas al sol, y el hornazo al humero". Rosa Lorenzo, etnógrafa salmantina, también ha investigado lo suyo el hornazo y en el libro que acompañaba el disco "El lunes de aguas", de Gabriel Calvo, insistía en el agasajo de los vecinos al predicador o "la merienda a base de hornazo y vino que generosamente ofrecía el Obispo a los vecinos de Cantalapiedra, costumbre ya documentada en el siglo XII", nada menos. Hay hornazos dulces y salados. De masa hojaldrada, como el de Alba, o contundente, como el charruno tradicional; pero la masa, a su vez, puede ir aderezada con azafrán o aguardiente, dándole un sabor especial. Y en cuanto al interior, las piezas del cerdo --lomo, chorizo y jamón--pueden ir distribuidas en tasajos regulares, o encontrarnos con piezas en bruto dentro de una bolsa de masa, al modo serrano. En fin, que si los hornazos interprovinciales son distintos, también lo son dentro de la provincia, sin que en menoscabo de ello fuese la creación de una marca de protección oficial para el hornazo, que también es desmenuzado y saboreado en "El lunes de aguas", de José Luís Yuste.
El hornazo salmantino está presente desde el Jueves Lardero que anuncia el Carnaval hasta que las castañas están en el suelo. Bien es cierto que antes el producto se asociaba a fechas concretas y hoy están todo el año en barras y escaparates. Las fechas principales para comerlo son el Lunes de Pascua y el Lunes de Aguas. Este lunes, en Salamanca, se asocia a la leyenda del regreso de las putas de la Casa de la Mancebía, mito que sólo es posible en una ciudad con pasado estudiantil como Salamanca, que comenzaba el curso por San Lucas, al grito de "Por San Lucas a Salamanca, putas"; pero el Lunes de Aguas tiene algo de rito purificador y de reencuentro con la naturaleza que despierta con la primavera, de ahí que el personal se eche al campo a retozar y en Alaraz, por ejemplo, los mozos bailen a sus imágenes santas en el río Gamo cuando se encuentran en el puente. Hay un Cristo de las Aguas, en Vega de Tirados, y romerías en numerosos pueblos en las que siempre hay un hornazo que compartir u ofrecer a la Virgen. Que aproveche.