lunes, 17 de octubre de 2011

Una familia rara, rara, rara

Sí, hay vida más allá de los recetarios que se multiplican por doquier con frecuencia copiándose unos a otros y sin más razón que la de apoyarse en referencias televisivas. Paso de ejemplos. Hay, sin embargo, literatura gastronómica y buena gastronomía literaria, y de vez en cuando uno llega a las estanterías y encuentra estos preciados tesoros para la Gastroteca de El Tumbaollas. Hace poco me hacía eco de El silencio de las viñas y hoy hago lo propio con Un hotel en los Pirineos, de Julia Stagg, y La insólita amargura del pastel de limón, de Aimee Bender, editado por lumen, un libro que en algún pasaje puede parecer infantil, pueril, hasta cursi, pero la historia es bonita y te engancha. La protagoniza Rose Edelstein, que tiene el don de poder de poder averiguar el estado de ánimo de aquellas que han cocinado lo que Rose come, y por si fuese poco tiene una familia peculiar con "una mujer (la madre) que parecía abrasarse de soledad, un hijo de mirada tan inquietante que alguien tenía que plantarle una caja de cereales delante para rebajar un poco la tensión y una hija incapaz de tener una comida normal en el colegio si después no daba un paseo de quince minutos para sobreponerse". Así pues la comida y el don es el hilo conductor de esta novela que discurre entre la infancia y el estado adulto de Rose, que va del aprendizaje a la enseñanza culinaria, con referencias a sopas, comida basura, tartas... Un libro que va de menos a más y con sorpresas que caen dentro de lo paranormal: ojo al hermano. Y sobre todo, un texto muy marcado por lo emocional, con diálogos de película, muy marcados por los monólogos y los silencios explícitos, aún en la cocina o el restaurante, en el que recala la protagonista.
Os dejo con un fragmento del libro aprovechando que, dicen, viene el frío: "Me trajeron la sopa, con una corteza de queso gratinado y dorado en los bordes. El camarero la depositó con cuidado delante de mí y hundí la capa de queso con la cuchara para mezclarla con el caldo de la cebolla y la miga de pan. El olor de la sopa se apoderó de la mesa, llenándola de tibieza. Y como las circunstancias rara vez coinciden, y una tarde puede ser una mezcla de alegría y de horror, el sabor de la sopa me produjo un inmenso placer: caliente, amable, preparada con esmero, plena. Era sin duda la mejor sopa que había probado en mi vida, hecha por un chef que encontraba un buen refugio en la cocina y se sumergía por completo en su trabajo".
La novela está editada por Lumen. La autora se estrena en español con ella, aunque en Estados Unidos ha publicado alguna novela más y cuentos.
Que aproveche. Y si tenéis algo que comentar, ya sabéis cómo y dónde hacerlo.


lunes, 10 de octubre de 2011

El otro descubrimiento del 12 de Octubre

Al tiempo que Cristóbal Colón descubría América la cocina española comenzaba a reinventarse. Se iba a enriquecer con aquello que vendría del Nuevo Mundo, que no era oro pero casi. Se ha escrito mucho sobre el tema, pero me sigue pareciendo un manual extraordinario Las primeras cocinas de América, de Sophie D.Coe, un libro escrito para "encomiar la contribución de los habitantes originales del Nuevo Mundo a la comida del mundo contemporáneo". Una mirada al índice del capítulo dedicado a los alimentos del Nuevo Mundo da una idea de la revolución que se preparó en la cocina hispana con el Descubrimiento: maíz, mandioca, papas, frijoles, cacahuates, calabazas, piña, aguacates, tomates, pero también el chocolate, el chile o la vainilla. Es un libro extraordinariamente documentado y muy fácil de leer. Está publicado por Fondo de Cultura Económica.
En el libro de Juan Eslava Galán Tumbaollas y hambrientos también se hace referencia a la consecuencias gastronómicas del Descubrimiento. Eslava apunta con cierto humor algo más que serio: "Después de observar el panorama culinario de las cocina de la mar, el lector entenderá que los marinos que llegaban a América eran capaces de comer cualquier cosa". De hecho, añade, "no dejaron de catar los guisos indígenas y acabaron aficionándose a ellos", quizá por ello fue más fácil el traer a España esos productos que citaba Sophie en su libro, si bien muchos de ellos tardaron en cuajar en nuestra cocina.
Pero no sólo en la nuestra. Es preciso tener en cuenta el chauvinismo francés con su patata, casi descubierta, consideran, por Parmentier, o cómo salvó del hambre a Irlanda ese tubérculo. De igual forma es preciso tomar en cuenta un dato que he encontrado en Historia de la Alimentación de Jean Louis Flandrin y Massimo Montanari sobre el chocolate. Primero: " el aumento de la demanda española (de chocolate) provocó un cierto agotamiento de los cacaotales de México y de Guatemala", que obligó a los españoles a crear nuevas plantaciones en Venezuela, lo que ocurre a caballo entre los siglos XVI y XVII. ¿Golosos radicales? No solo. Segundo dato: "En 1595 (el chocolate) ya era conocido en Florencia y Venecia" y su crecimiento por Europa fue imparable, convirtiéndose, casi, en bebida cortesana en muchos lugares, siendo, después, su venta, una concesión graciosa de los reyes, como ocurrió con David Chaillon por parte de Luis XIV, que fue autorizado a vender y despachar en exclusiva una "cierta composición" que se llama chocolate. Concretamente en el local de la calle Saint Honoré: era 1659. Y tras el chocolate llegó el café.
Del café escribe cosas extraordinarias Tom Standage en su imprescindible La historia del mundo en seis tragos, al que vincula a la razón, la ciencia, el conocimiento, el debate...en sintonía con lo que ya dijo Jules Michelet: "el café, la bebida sobria, el poderoso alimento del cerebro, que a diferencia de otros licores, agudiza la pureza y la lucidez..."
De regreso a esa nueva cocina que se gesta a partir del hallazgo del Nuevo Mundo y su despensa, sigue siendo una referencia obligada parar en el libro de Xavier Domingo De la olla al mole, editado en 1984, por Ediciones Cultura Hispánica y el Instituto de Cooperación Iberoamericana. Por el libro aparece el canibalismo, el cannabis, la mesa de Moctezuma (que dejó estupefacto a Bernal Díaz del Castillo y así aparece en La Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España) o la del Inca, y naturalmente la patata, la "celebración de la patata", que Domingo coloca entre exclamaciones: "¡lapatata!, o mejor dicho, la papa. La más humilde y sin duda la más importante de las conquistas humanas en el dominio de la alimentación".
Espero que estos apuntes y otros que iré dejando estos días nos descubran que al tiempo que los españoles conquistábamos América, los americanos conquistaban la cocina de España.
Salud y que aproveche.

sábado, 1 de octubre de 2011

Entre copas y botellas

Continúa la vendimia y aún le quedan algunas semanas más. Los escaparates de las librerías recogen algún titulo técnico sobre la materia que dejarán paso a guías de vinos y bodegas, de cara a la Navidad. Hoy he encontrado en una librería "El silencio de las viñas", de Gisela Pou, que gira alrededor del cava, con dosis de pasión, ambición, rivalidades familiares y empresariales, secretos de familia...Suena a "La vieja viña", de Eligio R. Montero, en el que se inspiró la serie de televisión "Gran reserva", pero tiene elementos que bien combinados me dará entretenimiento, y es un título más para la Gastroteca.
Repaso esta para añadir algún titulo más que encaje entre copas y botellas de vino en este mes de vendimia. Desecho los clásicos, donde el vino está más que presente --leer "El vino en los clásicos castellanos", de Pedro Plasencia, y también la lírica, no sin recomendar el número 245 de la revista Litoral, "El vino", que es una de esas maravillas obligatorias en cualquier Gastroteca que se precie. Comienzo el catálogo por "Vino amargo", de Joanne Harris, la de "Chocolat", pieza desconocida dedicada al licor como estimulante de la creación literaria. Jean Pierre Alaux y Nöel Balen escribieron dos libros con intención de iniciar una saga de novela negra alrededor del vino, que titularon "La misteriosa boetlla de Petrus" y "Muerte entre los viñedos", cuyo protagonista es un enólogo detective o un detective enólogo, llamado Benjamín Cooker. Si salió un tercero, lo ignoro. Pieza maravillosa, sin salir de Francia, es "La Guerra del Vino", de Don y Petie Kladstrup, ambientado en la ocupación nazi de Francia y que narra con profusión de nombres propios la resistencia francesa a que los alemanes se llevaran sus caldos. Un libro documental que parece en muchas de sus páginas una novela: extraordinario. De regreso a España, Noah Gordon, dedicó una sus obras comerciales al vino bajo el título de "La bodega", con esa mezcla tan conocida de misterio, secretos familiares y pasiones de alcoba, con final feliz, y otro tanto hizo Carlos Clavijo en "El hijo de la vid", llevando la historia a ambos lados del charco. Finalmente, hace algunos meses escribí aquí de "La república del vino", de Mo Yan, que podría haberse titulado La república de la carne, por sus querencias caníbales; más que vino es licor, pero es una literatura curiosa y una delirante historia.
Seguro que hay alguno más, cuyo título podéis facilitarme, pero estos son buenas sugerencias para acompañar estos días tan enológicos. Si no queréis novela hay un montón de títulos que abordan la historia del vino, su estadística, su producción y cata... Hay libros que se asoman al vino en el cine, por ejemplo, y a los vinos de los famosos, incluso hay quien ha visto la vida del mundo a través del vino --"La historia del mundo en seis tragos", de Tom Standage--sin olvidar que el vino está presente en numerosas novelas cuyos protagonistas hablan y actúan con una copa en la mano o una botella cerca, de nuestros españoles seguro que todos tenéis en la cabeza a Vázquez Montalbán.
Si queréis añadir algo más, seguro que sabéis cómo.
Que aproveche.