lunes, 1 de julio de 2013

Estrellas de verano: las frutas

Resulta inevitable no comenzar por la manzana cualquier referencia a la fruta y la literatura. La manzana bíblica, origen de todas nuestras desgracias, aunque luego, en forma de sidra o tarta, nos haya dado grandes satisfacciones.
                 “Roja manzana y traslado/ de vuestra boca y mejillas/ y de estas verdes orillas/ agraz verdoso y morado”, escribió en el siglo XVII Luís Quiñones de Benavente.

En tiempos más próximos, Gioconda Belli escribió
                  “déjame rodar manzanas/ en tu sexo,/ néctares de mango/ carne de fresas: Tu cuerpo son todas las frutas”.

La fruta ha inspirado a los poetas más que a nadie.

Federico García Lorca exclamó tajante: “¡Quién fuera como tú, fruta/ toda pasión sobre el campo!”
No desaprovecharon los poetas la oportunidad de ver en las frutas metáforas y fuente de inspiración.
Y así, Miguel Hernández, echando mano del frutero escribió:
                  “uvas, granadas, dátiles,/ doradas, rojas, rojas/ Hierbabuena del alma,/ Azafrán de los poros/ uvas como tu frente,/ uvas como tus ojos”.

Hay una fruta de la pasión y una pasión por la fruta en los escritores que roza cualquier límite imaginable. A veces por una fruta en concreto, como la que tenía Marc Antoine de Girard por el melón, que ponía por encima de todo. 
         “ni los besos de una amante…ni la fresca con su nata”.

En el caso de Elías Nandino, era la pera:
         “cómo quisiera beberme/ el aroma de tu carne”.

Metáforas, decíamos: en el caso del melocotón, por ejemplo, su piel siempre ha sido un recurso para evocar la suavidad. Pero menos mal que nuestro Jorge Padrón también se acordó de su carne –“delicia del verano”—y colocó al melocotón como referencia del verano, como el membrillo lo es del otoño.
La sandía también tiene su estación en el verano y algún que otro poeta ha puesto su mirada en ella, por ejemplo, Pablo Neruda, que le dedicó una oda en la que la describe como
         “¡cofre de agua, plácida/ reina/ de la frutería”.

Otra fruta de referencia es la naranja, que inspiró versos muy sugerentes a Mercedes Saorí:
         “cogemos la naranja, la vida, en nuestra mano/ mirando la hermosura de su esfera,/ y la sed nos asalta como un rojo verano/ y el deseo como una primavera”.
         
 También Neruda le dedicó a la manzana una oda, y muchos siglos atrás nuestro Lope de Vega, un soneto a las naranjas.

Pero la fruta inspiró no solo a poetas: ahí están el plátano de Andy Warhol, para la Velvet Undergorund, o las cerezas de Pachá. También inspiró los maravillosos tocados de Carmen Miranda. Dibujos animados, como los “Frutis”. No digamos ya bodegones en todo tiempo. También canciones inmortales como el famoso Tutti Frutti, de Little Richards, o el Fruta fresca, de Carlos Vives, incluso moda.
         El refranero, en todo tiempo, también supo poner su mirada en la fruta. Desde el popular “la naranja y la granada, antes que nada” al sugerente “el melón en ayunas, es oro/ al mediodía, plata/ y por la noche, mata”.
         Muy interesante es también tomar los tratados de viejos dietistas para descubrir que la fruta no siempre fue bien considerada en la Edad Media o el Renacimiento; cuando se proclamaba; por ejempl que “Usar la fruta solo para recreo
, impide la conservación de la sanidad”. Sobre este asunto, nada como leerse el curioso libro de Juan Cruz Cruz “Dietética natural”.
         Hoy prima todo lo contrario, según el refranero:
         “Con fruta y verdura, la vida perdura”.
         Igual que sabemos que no debemos pedirle peras al olmo, para no caernos de un guindo, igual que sabemos que los males, como las cerezas: detrás de una, cincuenta.

         El verano es, sin duda, la estación de las frutas. Buena oportunidad para leer el maravilloso “Cinco cuartos de naranja”, de Joanne Harris, por ejemplo. Todo un clásico y por lo tanto, siempre de moda, mientras se disfruta de un zumo, un pastel de frutas, una macedonia, una sopa de frutas, un té helado con naranja, un helado de fresa, unas fresas con nata, un batido de plátano y coco, uvas y queso o peras con vino.