jueves, 14 de octubre de 2010

Otra de Santa Teresa, con humor.

Probablemente aún sea posible hallar en alguna librería "Cocina Cómica", de Juan Pérez Zúñiga, (1860-1938), madrileño, cronista festivo, administrativo del Ministerio de Ultramar gracias a sus compañías políticas y después de Hacienda, es un exponente claro de la literatura de serie B del Madrid y la España de su tiempo. En el citado libro puede hallarse una receta, "Guisantes a la Santa Teresa", que dice así: Desenvainados unos guisantes, o sea, divorciados de sus vainas correspondientes, y prefiriendo los que más desarrollada tengan la cualidadde la ternura, pónganse a cocer en una pequeña mar salasa, o mejor dichoi, en agua abundante sazonado de cloruro sódico. En una cacerola con un poco de aceite por la parte interior, puesra sobre el fuego caliente, se rehoga nada menos que 24 cebolletas de la clase de párvulas y unas cuantas patatillas nuevas, o por lo menos en buen uso. Una vez rehogadas se las encharca sin reparo, se tapa la cacerola para que vayan cociendo con la calma que quieran, y cuando haya cocido todo, ¡cataplún", se las agrega los guisantes sin previo aviso. Aparte, en un almirez de duras entrañas, machaquítense unas partículas de azafrán, un colmillo de ajo, una docena de avellanas (descascaradas para su más fácil digestión) y un muñozsequillo, hasta que se digne a formar una honrada pasta. Deslíase con unas gotas de PérezOliva, un poquito de agua no muy espesa y écheselo a los guisantes, que no lo recibirán mal. Y sírvase en un recipiente adecuado, prefiriendo la legumbrera de porcelana a la escribanía de latón. Este plano se denomina a la Santa Teresa, como podría llamarse a la Santa Bárbara, pues de la afición de la escritora insigne a los guisantes no ha dicho ni pío ninguno de sus apreciable panegeristas".
En un momento de la receta aparece la expresión PérezOliva haciendo con ello una gracieta con el aceite de oliva. Curiosamente, Isidro Pérez Oliva, al que se refiere, sin duda, era salmantino, licenciado en Derecho y doctor en Madrid. Luego pasó por Bolonia siendo compañero de Romanones, de la Cierva o Dorado Montero. Republicano de Castelar, al morir éste pasó al partido liberal por el que accedió a Cortes representando a Salamanca durante 20 años. De esos años, en el Congreso y el Senado, destaca su pelea por incorporar al Estado las facultades libres de Medicina y Ciencias, que Salamanca mantuvo para impedir su desaparición, así como la devolución a la Universidad de bienes que le habían incautado. Terminó en elTribunal Supremo, muriendo en Madrid en 1929. Salamanca le dedicó una calle. Son datos extraidos del Diccionario Enciclopédico Ilustrado y Crítico, de Enrique Esperabé de Arteaga. Y, por cierto, en la relación de invitados en 1922 a la investidura honoris causa de Santa Teresa de Jesús por la Universidad de Salamanca, aparece en la relación de invitados Isidro Pérez Oliva, entonces, senador.

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