domingo, 31 de octubre de 2010

Hallazgo del siglo XIX: Carlos Gutiérrez de Ceballos

Leo una obrita de 1951 editada por Publicaciones de la Diputación Provincial con el sugerente título de "Salamanca a finales del siglo XIX" y firmada por Carlos Gutiérrez de Ceballos. Había oido hablar de ella y tenía copia, pero no el original, con pastas amarillentas por el tiempo y páginas satinadas de otra época. Por el formato sospecho que fue originalmente una conferencia y después de una invitación para publicarse, lo que tengo en mis manos. Para lo que nos interesa en este rincón de internet, en aquella Salamanca de finales del XIX, que en 1875 tenía 16.000 habitantes, la ciudad contaba con algo más de 130 comercios (132 en 1884) pero seis cafés, cuatro casinos, tres teatros, varios bailes públicos, juego de pelota y una plaza de toros. O sea, ya apuntábamos formas de ciudad para el ocio.
Los cafés que cita el autor son: el Oporto (Rúa con Palominos), Colón (Liceo), Suizo (calle Zamora), La Perla Antigua (Prior), Perla Nueva (Prior) y "Cuatro Espaciones" (Toro con Ruiz Aguilera).
Los casinos de la época eran el de "los señores" (Zamora), el Círculo de la Perla (Prior), el Mercantil (Zamora) y Pasaje (pasaje de la Caja).
Para el hospedaje el autor nos remite al histórico Hotel Comercio (Bandos), "La Burgalesa" (Pl Libertad), el Parador de los Toros (Plaza Mayor) y Parador de los Caballeros (Espoz y Mina), así como la legendaria Posada de la Cadena (Pozo Amarillo), y los Paradores del Rincón, Manco o Santa Eulalia.
El opúsculo recoge, así mismo, firmas de la Plaza Mayor, entonces centro comercial de Salamanca, relacionadas con la pastelería, como la confitería Calama, puestos en el Corrillo de aves y caza, de alimentación en las covachuelas apoyadas en el costado de La Lonja, que miraban a la actual Plaza del Mercado, y vendedores ambulantes que lo mismo anunciaban pájaros para guisar, que casquería, que cardillos o berros, que botijos y botellas finas, destacando la figura de la Merenguera, a la que vincula con este lema que pregonaba: "¡La Merenguera ha venido, porque ha querido; si no hubiera querido, no hubiese venido!" Curioso.
Estos y otros textos me han recordado las notas que saqué de las crónicas que viajeros que vinieron a Salamanca realizaron, en las que la comida ocupa un lugar destacado, aunque muy lejos del ocupado por la monumentalidad local. Pero esto, para otra ocasión. Que aproveche.

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