lunes, 3 de febrero de 2014

Tiempo de fresas y letras

Aunque los temporales nos sacudan varias veces por semana, como no hace mucho hacían los mercados, las fresas van ocupando poco a poco su lugar en las tiendas como un aviso de que la primavera está más cerca que lejos, o eso esperamos al menos. 

La fresa es amiga inseparable de la nata, dice en su “Oda a la fresa”, María del Águila Rodríguez Muñoz, como podría haberlo dicho del chocolate, evocando la famosa película “Fresa y chocolate”, inspirada en el cuento de Senel Paz “El lobo, el bosque y el hombre nuevo”.
Fresa y nata, fresa y chocolate, dos combinaciones tentadoras y consideradas afrodisiacas. La fresa lo es por sí misma, como la nata o el chocolate: la mezcla, resulta explosiva.
¿Alguien le pone algún pero al juego frutal de “Nueve semanas y media”?
La fresa ha inspirado a poetas y músicos.
                    “Fresa tan fresca
                 Que por mi paladar añora.
                  Tan bella, tan fresca
                     Que mi corazón enamora”, escribe María Mercedes Antigua.

Los Beatles le cantaron a los campos de fresa, y la canción inspiró la novela de Javier Reverte “Campos de fresa para siempre”: Beatles, amor y dictadura.
Algo de novela negra tiene “Campos de fresas”, de Jordi Sierra i Fabra, el primero en llevar a un libro las canciones de Los Beatles, y así sabemos que el estribillo dice:
Déjame llevarte a allá, 
porque voy a los campos de fresa. 
Nada es real y no hay nada para perder el tiempo 
Campos de fresa por siempre. 

Curiosamente, en otro libro, “Fresas amargas para siempre”, de Fernando Martínez, aparece John Lennon.

La fresa combina con casi todo: Laura Cárdenas escribió “Poesía fresca, limón y melocotón” cuando habíamos mezclado las fresas con azúcar, leche, zumo de naranja, vino, además de nata y chocolate.  Cuando habíamos puesto fresas en tartas, pasteles y helados. Incluso habíamos hecho licor de fresa, mermelada y compota.  Y para ello, nos habíamos olvidado de la advertencia del poeta Ovido de que no fuésemos al bosque a coger fresas porque junto a ellas estaba la serpiente. 
Plinio también le cantó a las fresas dejándonos constancia de su antigüedad, al menos de la antigüedad de la fresa silvestre, la que Covarrubias describió en 1611 como “cierta especie de moras que tiene forma de madroños pequeños”,  que no tienen que ver con el fresón de nuestros días, importado de América, y catalogado ya por Alonso del Valle en 1614 en Chile.

La fresa ha estado ahí siempre. Ahora, aparece de nuevo en nuestras fruterías. Ya puede darse sus baños de jugo de fresas aquella dama napoleónica que fue Madame Tallien. La fresa que llevaba marcada en el cuello Ana Bolena, un antojo, que se dice, por lo que era considerada bruja. La fresa que decoraba el pañuelo de Desdémona en el “Otelo” de Shakespeare. La fresa que nos anuncia la primavera y el verano. La fresa de batido y la que tiene en la menta su contrario: “Tú de menta, yo de fresa” es el título de la empalagosa novela romántica de Olivia Ardey, que haría reír a las niñas de hoy, las que ya no quieren ser princesas, como canta Sabina, lo que nos recuerda aquella boca fresa de la princesa triste de Rubén Darío, ¿por qué estaba triste la princesa? 

Que alguien la lleve fresas, sugerimos.




1 comentario:

  1. Santiago, te sugiero un artículo sobre el pan, el buen pan en comparación con la mierda congelada que estan comiendo nuestros jóvenes. La gente debe de estar informada sobre lo que come. Hay mucho engaño. Para el pan congelado no hacen falta panaderos. Pero lo venden como artesano.

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