domingo, 24 de julio de 2011

El chef ha muerto

Después de encargarla y esperar algún tiempo cayó hace unos días en mis manos "El chef ha muerto", de Yanet Acosta. La autora es periodista gastronómica y desde este libro, también, novelista, supongo. Como Vázquez Montalbán ha creado un personaje, Ven, detective con pasado en los servicios secretos y muchos reveses personales, al que, estoy seguro, veremos de nuevo en otra historia negra entre fogones. En lo físico, lamentablemente, su bigote me lo representaba como Torrente, aunque nada tenga que ver con él, salvo su filiación rojiblanca. La historia es sabrosísima y la autora la desarrolla bien, manteniendo hasta el final la resolución de la trama. Sobra alguna truculencia veneciana y falta algo más de sustancia sobre algunos personajes o algún fleco que otro, pero esas carencias te centran en la trama y no te despistan de lo que es esencial. Y lo esencial es saber quién mató al mejor chef del mundo, si su muerte fue suicidio, accidente o asesinato, y la solución no desvela hasta casi el último párrafo, con sorpresa incluida. Hay, como en las novelas de Carvalho, reflexiones sobre la cocina, en este caso un enfrentamiento entre la vanguardia y lo clásico, con una reflexión del propietario de un bar de barrio, Sito, que la zanja con sentido común. Hay varapalos al snobismo y la tontuna que acumula la gastronomía actual. Y también unos sugerentes retratos de relaciones humanas llenas, sobre todo, de ternura. Espero que la autora recupere en sus próximos libros a algunos personajes femeninos de esta novela, desaparecidos en combate.
Merece la pena leer "El chef ha muerto" por todo ello. Sus páginas son golosas, de esas que te enganchan y cuesta desprenderse de ellas. Forma parte, además, de un género que tendría que darnos más títulos como el de la novela negra gastronómica, donde la gastronomía no es una referencia ni un escenario ni una exclusa, sino algo esencial, parte de la trama. Un género que ha dado notables títulos que en otra ocasión citaré. Ahora, quedaros con esta y disfrutarla en el sillón, la tumbona o la cama. Que aproveche.
P.D. Sería deseable cuidar un poquito más la edición por parte de la editorial. Ya se sabe, saltos de párrafo, faltas de ortografía y alguna que otra errata. Una relectura de la galerada hubiese bastado.

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