Del
cerdo se ha dicho que hasta los andares y yo digo que del jamón, hasta el
nombre. “bocado propio de bienaventurados”, le llamó Camilo José Cela; y “nalga
de porcino”, Rafael Alberti. El jamón, siempre está ahí, aunque no estuviese en aquellas mesas señoronas que preferían el "Jambon de York".
El
jamón es jamón desde los tiempos del romano Catón y su nombre proviene del
francés, “jambon”. Lope nos dejó aquello de “jamón presuto”, o sea, jamón
curado, tomando el termino del latín “praesuctus”, que los italianos
convirtieron en su “prosciutto” y los portugueses en su “presunto”,
Jamón
presuto del español marrano, dijo Lope de Vega, autoridad gastronómica del
Siglo de Oro, con permiso de Baltasar del Alcázar al que tres cosas le tenían
preso el corazón: La bella Inés, el jamón/ y berenjenas con queso. O sea, que
don Baltasar era de los que pedían “allá se me ponga el sol donde me den de
cenar vino y jamón”. Carlos V resolvió la cuestión retirándose a Yuste para
disfrutar del jamón a sus anchas de paso que exhibía su célula de cristiano
puro, igual que aquellos peregrinos alemanes del Quijote que llevaban en un saco
“huesos mondos de jamón” a modo de salvaconducto frente a la sospecha de judío,
moro o converso.
La
excelencia del jamón le ha deparado un lugar destacado en nuestras letras y
nuestro refranero, pero también en los deseos de los españoles, que en los peores
tiempos soñaban con un pernil colgado de un clavo en la despensa. Leo en el
libro “El hambre de España”, de Miguel Ángel Almodóvar, la cita de un diálogo
de la familia Pepe, creada por Iranzo, para “Pulgarcito”:
-
“¿sabes
lo que te digo, Pepa? ¡Que tengo ganas de comer jamón.
-
¡Ba!,
responde ella, “Todos los que venden solo saben a sal”.
A lo que el hijo, Pepito, comenta:
-
“Serán
jamones de sardinas”.
Era el año 1950
De la cesta navideña lo más deseado era el
jamón y un jamón era el premio del que coronase la cucaña de las fiestas
populares o ganase la rifa correspondiente. El bocadillo de jamón es un clásico
como el “pan amb tumaca”. La pureza, en España, en muchos casos se califica con
el popular “pata negra”, y el despliegue de curvas femenino con el castizo
“jamona” correspondido con el está como un queso, que suelen decir ellas de los
guapos que salen en las películas, lo que nos recuerda aquella de “Jamón,
jamón”, un punto disparatada, como la novela de Carlos Salem “Un jamón calibre
45”.
No
se entiende la vida, nuestra vida sin el jamón, tan vinculado a la fiesta, la
reunión familiar, de amigos, de compañeros. Por eso digo que del jamón, hasta
su nombre.
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