Hay en el libro algunas referencias salmantinas que, como es obligado en este blog, paso a señalar para general conocimiento y ensanche de nuestra gastroteca común. Por ejemplo, cuando alude a la patata, sin duda una de las referencias más interesantes del libro, la autora cita que se cultivaba en la zona de Linares de Riofrío, lo cual es un detalle notable, teniendo en cuenta, dice, que sobre el tubérculo no hay demasiada documentación, y cita unas "entusiastas comunicaciones que el párroco del pueblo enviaba al Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos" entre las que reseña la siguiente: "el día que le comí por primera vez les confieso a ustedes señores editores que fue el día más alegre para mí de cuantos he tenido en mi vida, porque me pareció que veía desaparecer de sobre la tierra el hambre y la miseria, y con el auxilio de esta excelente raíz ningún pueblo se debería quejar en adelante de falta de subsistencia pues las patatas se crían en todas partes, su cultivo es facilísimo, pocos los riesgos de sus cosechas y nunca se pierden del todo".
Lo que me recuerda que hace algunos años purgué el registro de Pascual Madoz relativo a Salamanca, fechado en 1848, y encontré la patata entre los cultivos más extendidos en la provincia de Salamanca. En otro momento detallaré esa purga.
De regreso al libro que nos ocupa, en otro lugar, cuando habla de los viajeros y sus posadas se hace eco del mayor Whiteford Dalrymple, que anduvo por España en 1774 y en algún momento por el camino entre Ávila y Salamanca y así llegaron a Peñaranda donde encontraron "una posada bastante pasable, pero nada de comer, únicamente huevos". El Huerta, al parecer, hubo una pequeña variación a la rutina de los huevos, dice la autora, "Comimos truchas muy frescas".
Última adquisición para la Gastroteca: La escuela de ingredientes esenciales, de Erica Bauermeister, sobre una escuela de cocina y sus peculiares alumnos. Me pongo con ello. Que aproveche.
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