La expansión del vino desde el Mediterráneo hasta el centro y norte de Europa chocará con la cerveza, bebida cultural y religiosa de este espacio, de lo que reflexiona Luís Jacinto García en "Comer como Dios manda". Por ese componente religioso y por haber sido introducida por cerveceros de Carlos I, la España del Siglo de Oro repudia la cerveza, que Lope de Vega compara con orín de algún rocín con tercianas, en su "Pobreza no es vileza", y de forma similar, casi idéntica, encontramos un texto en el "Estebanillo González". Mateo Hernández, en "Guzmán de Alfarache" señala que el peor vino "nos dejaba el gusto peor que de cerveza" y hasta el mismísimo Marcelino Menéndez Pelayo, en 1882, proclamaba que "el fermento de la insípida cebada, en la cabeza, sombras y pesadez va derramando".
La visión de la cerveza hoy ha cambiado en nuestros escritores: Manuel Vicent, en su "Comer y beber a mi manera" recomienda una Guinness en el Davy Byrnes de Dublín en honor de James Joyce y su "Ulises", texto lleno de referencias a la cerveza: "un tren que llegaba golpeteó estrepitosamente encima de su cabeza, vagón tras vagón. Los barriles le chocaron dentro de la cabeza: cerveza negra sin fuerza se le desparramó y rebulló dentro..." Da que pensar lo que explica Philippe Deherm en "El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres": "el primer trago de cerveza es el único que vale la pena. Los siguientes, cada vez más largos, más anodinos, sólo te dejan una sensación de pastosidad tibia, de abundancia despilfarradora. Tal vez en el último resurge, con la desilusión de terminar, una apariencia de nervio...bebemos para olvidar el primer trago".
La cerveza está en Bukowsky, Harry Potter, Stve Huxley, Irvine Welsh y muchos otros autores. Una bebida con todas las letras. Que aproveche y feliz día de San Patricio.
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