La fresa es
amiga inseparable de la nata, dice en su “Oda a la fresa”, María del Águila
Rodríguez Muñoz, como podría haberlo dicho del chocolate, evocando la famosa
película “Fresa y chocolate”, inspirada en el cuento de Senel Paz “El lobo, el
bosque y el hombre nuevo”.
Fresa y
nata, fresa y chocolate, dos combinaciones tentadoras y consideradas
afrodisiacas. La fresa lo es por sí misma, como la nata o el chocolate: la
mezcla, resulta explosiva.
¿Alguien le
pone algún pero al juego frutal de “Nueve semanas y media”?
La fresa ha
inspirado a poetas y músicos.
“Fresa tan
fresca
Que por mi
paladar añora.
Tan bella,
tan fresca
Que mi
corazón enamora”, escribe María Mercedes Antigua.
Los Beatles
le cantaron a los campos de fresa, y la canción inspiró la novela de Javier
Reverte “Campos de fresa para siempre”: Beatles, amor y dictadura.
Algo de
novela negra tiene “Campos de fresas”, de Jordi Sierra i Fabra, el primero en
llevar a un libro las canciones de Los Beatles, y así sabemos que el estribillo
dice:
Déjame llevarte a allá,
porque voy a los campos de fresa.
Nada es real y no hay nada para perder el tiempo
Campos de fresa por siempre.
porque voy a los campos de fresa.
Nada es real y no hay nada para perder el tiempo
Campos de fresa por siempre.
Curiosamente, en otro libro, “Fresas amargas para siempre”,
de Fernando Martínez, aparece John Lennon.
La fresa combina con casi todo: Laura Cárdenas escribió
“Poesía fresca, limón y melocotón” cuando habíamos mezclado las fresas con
azúcar, leche, zumo de naranja, vino, además de nata y chocolate. Cuando habíamos puesto fresas en tartas,
pasteles y helados. Incluso habíamos hecho licor de fresa, mermelada y
compota. Y para ello, nos habíamos
olvidado de la advertencia del poeta Ovido de que no fuésemos al bosque a coger
fresas porque junto a ellas estaba la serpiente.
Plinio también le cantó a las
fresas dejándonos constancia de su antigüedad, al menos de la antigüedad de la
fresa silvestre, la que Covarrubias describió en 1611 como “cierta especie de
moras que tiene forma de madroños pequeños”,
que no tienen que ver con el fresón de nuestros días, importado de
América, y catalogado ya por Alonso del Valle en 1614 en Chile.
La fresa ha estado ahí siempre. Ahora, aparece de nuevo en
nuestras fruterías. Ya puede darse sus baños de jugo de fresas aquella dama
napoleónica que fue Madame Tallien. La fresa que llevaba marcada en el cuello
Ana Bolena, un antojo, que se dice, por lo que era considerada bruja. La fresa
que decoraba el pañuelo de Desdémona en el “Otelo” de Shakespeare. La fresa que
nos anuncia la primavera y el verano. La fresa de batido y la que tiene en la
menta su contrario: “Tú de menta, yo de fresa” es el título de la empalagosa
novela romántica de Olivia Ardey, que haría reír a las niñas de hoy, las que ya
no quieren ser princesas, como canta Sabina, lo que nos recuerda aquella boca
fresa de la princesa triste de Rubén Darío, ¿por qué estaba triste la princesa?
Que alguien la lleve fresas, sugerimos.
Santiago, te sugiero un artículo sobre el pan, el buen pan en comparación con la mierda congelada que estan comiendo nuestros jóvenes. La gente debe de estar informada sobre lo que come. Hay mucho engaño. Para el pan congelado no hacen falta panaderos. Pero lo venden como artesano.
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