Terminé hace unos días "Lo que hay que tragar", de Gustavo Duch, subtitulado "Minienciclopedia de política y alimentación" y editado por Los libros del lince. He quedado preocupado por el panorama que dibuja el autor de un mundo destinado a los agrocombustibles y menos a los agrocomestibles. Hoy el mundo anda enredado en los combustibles ecológicos (que no lo son tanto por su proceso de producción), de tal forma que hay países que están adquiriendo en otros terrenos para cultivar, por ejemplo, soja, perdiéndose en éstos tanto la varidad, como la agricultura local y hasta a los propios vecinos/campesinos que allí viven. El panorama es desolador y Gustavo lo relata con datos que van calando hasta producir una mezcla de indignación y preocupación, que debiera dejar paso a la conciencia y la solidaridad, pero también a no dejarse arrebatar el futuro por las multinacionales y un Capital empeñado en seguir creciendo a costa de la tierra y sus habitantes. No habla sólo de países en vías de desarrollo, de lugares como el centro de África o el sur de América, también de Europa, donde la importación de alimentos que podrían producirse en sus tierras crece de forma irracional, aumentando la contaminación, las desigualdades, terminando con los campesionos locales y modificando la vida de los de origen, todo ello amparado por tratados de libre comercio y acuerdos de dudosa racionalidad con terceros países. Es difícil saber cómo terminará esto si no se le pone freno, pero es posible que termine entre mal y muy mal.
El libro merece la pena desde el principio. Por su relato apoyado en datos, pero también por las parábolas, leyendas, cuentos ... que hacen la situación más digerible, pero igualmente indigesta. Sería muy necesario que también nuestras autoridades dijesen qué opinión les parece ese mundo al que vamos y si no sería el momento (por la crisis) de una mirada al campo, a nuestro campo, para apoyar a nuestros campesinos, fomentar la repoblación de nuestros pueblos y recuperar el sector primario como elemento ecológico, de crecimiento justo, repoblador ... Late en el libro la idea permanente de que la solución está al alcance de la mano, pero no queremos tomarla.
Insisto, cuando cerré el libro me quedé con un estado de ánimo entre la indignación y la preocupación. Ya he empezado a hacer algo, con estas líneas y recomendado el libro a los que quieran saber algo más de esta crisis y sobre todo de aspectos que no se están contando de ella.
P.D. Estoy hojeando para leerlo con calma "Comer como un rey", de Joan Sella Montserrat, donde aparece, entre otras curiosidades, el origen de mi querida ensaladilla rusa. Daré más detalles, pero ya adelanto que tiene de "rusa" la remolacha original. Y sí, como es fácil imaginar, la ensaladilla rusa de hoy no se parece demasiado a la original.
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